Esa noche Susan vistió un dulce vestido crema y unos tacos que reflejaban el brillo en ella. Al verme cogió mi brazo y caminamos hacia el carro que había alquilado para esa noche. La llevé a la fiesta de graduación y ahí bailamos. Era estupenda la noche. Estaba, yo, ahí con la chica más guapa de quinto de secundaria. La música sonaba en todo el local como en la calle; la fiesta en el Jirón Herrera Ávila era un lugar estupendo para poder salir sin problemas a la calle.
La pista de baile estaba llena, ya no había espacio para alguna pareja más que quisiera incorporarse al ritmo y sonido de la música. Tomé su mano con rapidez y ella cogió mi hombro con su linda mano mientras sonaba una canción suave y romántica. Nos miramos, y ella apoyó su cabeza en mi pecho. Apreté su mano con delicadeza y lloró. Traté de ver su rostro y limpiar su tristeza con mi mano pero ella se resistió. Lloraba en silencio y en compas con la canción de amor. Al terminar de limpiarse cogí sus cachetes y la miré, y la besé. Gustó de nuestro beso pero sin embargo se alejó, se iba de la pista del baile, salía por la puerta, se iba del local. La seguí rápidamente y ella se paró en medio de la pista de la calle. Miró mis ojos. <> gritó. Cogí su brazo y ella se acurrucó en mi cuerpo sin dejar de llorar.
-Estoy embarazada.
La miré confundido, asustado, encolerizado. Se alejó de mí y cerró los ojos. Le agarré los brazos y ella volteó su rostro. La cólera salió de mí en lágrimas, empapando mi rostro.
-Pero… Si nunca tuvimos sexo.