Esta mañana desperté como más me gustaba. El dolor de cabeza me agobiaba, me obstruía a pensar y a recordar. Miré ese cielo inspirador de la ciudad, y con el lápiz, que siempre llevaba conmigo junto a un pedazo de papel manchado. Y comencé a escribir, inspirado por aquel cielo, versos de frustración. Versos que sin duda quedaron en ese basurero que tenía a mi costado.
Puse en marcha mis pies, y saliendo de aquel callejón, me di cuenta que las personas me miraban de forma extraña. Sólo opté por no hacerles caso. Caminaba a mi refugio, y al llegar a aquella choza de mansión que tenía, me sentí solo. Las bebidas no me daban felicidad, ni mi familia. Nadie me quería ahí, sólo estaba para repartir el dinero y nada más.
“Cariño, ¿Dónde estabas?” “Llegaste justo cuando me iba de compras, ¿Me das dinero? Es urgente, amor”
Y, como era de costumbre, le daba su capricho.
Tomé una ducha, y me puse mi bata.
Con la botellita de licor a mi costado me puse a pensar y a preguntarme cosas que nunca me había hecho. Me senté en el inmenso jardín al frente de mi mansión. Y cogí la pluma y un papel impecable, y comencé a escribir frustrado y con amor.
Esta mañana desperté como mi escritor interior siempre quiso.
1 comentario:
=O ..
je qe bueno!
al fin tu inspiracion!!
y ya se sabe puessssss
me alegro x tii
sigue escribiendo ehh !
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