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miércoles, 4 de agosto de 2010

Segunda Parte - 2/2

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Me desperté porque el sol había entrado no sé cómo de frente a mi rostro. Tal vez la ventana abierta hizo que entre el aire que movía la cortina y dejaba que la luz de a fuera se apoderara de una parte de mi cuarto. Lo cerré y mi cabello no tan largo estaba entreverado. Me vi en el espejo de mi ropero. Abrí la puerta que soltaba un sonido que me hacía estremecerme. Era de sábado y salí a jugar una pichanguita con mis amigos del barrio. Mi dribling era perfecto, todos me querían en su equipo como a Pulpo que era un buen arquero. Si nos uníamos éramos un equipo perfecto, así decían los muchachos de por ahí. A veces mi orgullo me ayudaba a tener más confianza en mí mismo.

El sol quemaba intensamente el suelo de la cancha del barrio. Nos cansaba rápidamente, y dejaba que el sudor brote más rápido y con un olor más intenso que en invierno. Pero el buen jugador, juega donde sea y donde quiera decían. Nos tomamos una Inca Kola bien fresquita. Oe checa a esas germas que vienen en esa esquina. Volteé miré como queriendo reconocer a alguien de las chicas, pero era inútil porque no conocía a muchachas del barrio, sólo varones. Una de ellas me miró a los ojos, me sorprendí y me quede mirándola, ella se volteó y sonrió. Me reí para mí mismo y puse la botella de la gaseosa en la mesita de la tienda, al querer voltear ellas ya no estaban.

Me eché en la vereda y con mis piernas estiradas comencé a jugar. Todos me decían que tenía una mente infantil, pero no me importaba, me sentía bien como era.

    -Oe chiquitín… ya me di cuenta pendejo. Con Claudia ¿no? Jajaja… Es la hermana de Álvaro-me dijo Pulpo-.
    -¿Álvaro?
    -Sí pues, él de la vuelta, él de los “vandálicos”.
    -Ahh… ¿ese tío que casi muere de un balazo en una guerreada?
    -Si pues… jaja… ése mismo.

Me quedé pensativo con los ojos parpadeando rápidamente tratando de programar buenas y claras imágenes en mi mente sobre qué sería que su hermano se pelee conmigo. Al final me veía todo ensangrentado tirado en el suelo y sólo con algunos cuchillazos en mi estomago. Fue divertido.



Te amo.

Me levanté después de la siesta que tuve al rato de jugar partido, claro siempre bañándome. Su voz de Lucía en mi sueño diciendo te amo me hizo extrañarla más, aunque ella ya no lo hacía. Juan Carlos siempre estaba a su lado pero como amigo. Me puse a recordar. Ellos siempre eran unidos, pero pensaba que no había peligro sabiendo que eran amigo nada más. Lloré. A pesar de no ser tan atento yo era delicado en mis sentimientos.

Me volteé boca abajo con mi cabeza en el aire y mi cuerpo en mi cama. Miraba el suelo y me imaginaba el rostro de Lucía y Claudia, las dos simpáticas. Pero yo amaba a Lucia, y no sabía nada de Claudia sólo su nombre y su hermano el peligroso Xavi, su apodo. En el barrio se habla a veces de Xavi y de sus aventuras en las guerreadas que siempre caía herido, era como un soldado o un militar, jefe de los “Vandálicos” siempre andaba con su sable en el lado de la pierna derecha, bien camuflado, y al caminar tenía una maniobra para que el sable no le incomode o no se haga daño; y dos revólveres en cada lado. A su corta edad de diecisiete años, él ya tenía respeto en todos los barrios de alrededor. Era el aliancista más atrevido que había visto, cuando unían fuerzas con la pandilla vecina, aliancista también. Los jefes Xavi y Maluco eran armas de fuego con balas ilimitadas que si no tenían fuerzas se iban para el lado de atrás y sacaban su gran polvito que siempre les gustaba oler, y se iban de vuelta al ataque. Era un terror pelear con ellos. Los dos peleaban iguales, un sable en una mano y en la otra un arma. Sus enemigos eran los de la “U”. Yo no era de ninguno de los dos, me gustaba el fútbol pero prefería no ser de ningún equipo del Perú. Podías vivir mejor y sin problemas.

Su rostro de Lucia me hacía acordar todo los momentos que pasamos juntos, y el de Claudia sólo sus lindos ojos claros que impresionó a todos mis amigos.

Me pareció raro que me mirara a mí, si los más lindos eran mis compañeros de juego. Siempre decían que tenían chicas aquí, allá y más allá y eso me dio a entender que después de su lindura seguía yo. Por eso me preguntaba por qué a mí si yo soy el más menos de aquí, pero bueno, me miró. Y aquel cruce de miradas me ayudó a distraerme un poco de lo de Lucia, aunque no quería.

1 comentario:

Liiiz dijo...

esta claro q escribes bien